Angel

Querido amigo de cuatro patas,

Hoy me siento a escribirte, aunque sé que no podrás leer estas palabras. Sin embargo, siento la necesidad de expresar lo que significaste en mi vida. Desde el momento en que cruzaste la puerta de casa, supe que algo en mi vida cambiaría para siempre.

Fuiste alegría en días grises, consuelo cuando el mundo parecía pesar demasiado, y un recordatorio constante de lo que realmente importa: amor, lealtad y momentos compartidos. Tu energía inagotable me enseñó a disfrutar del presente, a valorar cada paseo y a encontrar felicidad en las cosas más simples.

Me diste lecciones de paciencia, empatía y responsabilidad. Nunca juzgaste mis errores ni mis días malos, solo estabas ahí, con esos ojos brillantes llenos de amor incondicional. En tu compañía, los silencios no eran incómodos, sino llenos de paz.

La casa ya no suena igual sin tus pasos, y el sofá parece un poco más grande sin tu presencia acurrucada a mi lado. Pero no me quedo solo con la tristeza de tu partida, sino con la gratitud infinita por haberte tenido en mi vida.

Gracias por enseñarme el verdadero significado de la amistad. Tu huella quedará para siempre en mi corazón.

Con amor eterno,